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Pensar es una actividad mental que no quiere decir únicamente sentarse sin moverse y resolver alguna cosa mentalmente. Es mucho más. Para aproximarnos a una definición, de entrada hemos de distinguir y relacionar conocimiento y pensamiento. Conocimiento es un conjunto de información de que dispone mentalmente una persona. Pensar es operar con esta información para producir un nuevo conocimiento.

El estudio del pensamiento comporta algunas dificultades o limitaciones importantes. Por ejemplo, a la hora de abordarlo des de la investigación en psicología nos encontramos que el pensamiento es un proceso psicológico que no es accesible directamente, es decir, es inaccesible. ¿Por qué? El pensamiento no puede ser observado directamente por una tercera persona, y la información que puede proporcionar la propia persona (una persona que esté realizando un experimento por ejemplo) siempre es parcial, subjetivada y, en muchas ocasiones, distorsionada.

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Algunas confusiones a la hora de definir “pensar” radican en la diversidad de actividades a las que denominamos “pensar”. Cuando nos referimos al término “pensar” englobamos muchas tareas variadas, por ejemplo: buscar una solución a un problema, soñar despierto, decidir qué comprar, hacer planes para las vacaciones, escribir una carta, preocuparse por alguna cosa, hacer una suposición…etc.

Esta diversidad ha generado diversos intentos, des de la investigación en psicología, por diferenciar y clasificar las diferentes formas de pensamiento. Por ejemplo, se suelen agrupar las diferentes actividades que hemos nombrado en categorías con características y leyes similares, por ejemplo:

-pensamiento consciente-inconsciente

-pensamiento voluntario-involuntario

-pensamiento controlado-automático

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Estas dicotomías no son determinantes e inamovibles para clasificar las tipologías de las actividades que incluye el pensamiento, pero son las más representativas. No son categorías totalmente coincidentes. Es decir, puede ser fácil identificar un tipo de pensamiento inconsciente, involuntario y automático, como por ejemplo, las suposiciones basadas en prejuicios, y por otro lado, un pensamiento voluntario, consciente y controlado, como el que realizamos cuando queremos resolver un problema. Pero hay una cierta confusión a la hora de situaciones los límites entre uno y otro. En definitiva, hay algunas actividades mentales o procesos que se sitúan claramente en la categoría conscientes, voluntarios y controlados, y otras claramente inconscientes, involuntarias y automáticas, pero la mayor parte tienen un poco de las dos vertientes de cada dicotomía.

El pensamiento no es un proceso único o unificado. Durante mucho tiempo se ha querido explicar de una forma unitaria el pensamiento, por ejemplo, reduciéndolo a “representaciones del mundo exterior”, “lenguaje de uno mismo”, etc, pero estas propuestas han ido fracasando.  Por esta razón es muy importante clasificar y distinguir claramente los diversos tipos de pensamientos.

En resumen,

-el pensamiento es una actividad mental que trabaja con el conocimiento

-el pensamiento incluye un gran abanico de actividades mentales heterogéneas

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