SOY-POSITIVO-O-NO

A menudo oímos la idea popular de que el mundo está mal, que no hay solidaridad o altruismo, … en parte esto viene favorecido por el continuo bombardeo mediático en el que se nos informa enfáticamente de sucesos dramáticos y trágicos con una frecuencia e intensidad que no permite digerirlas. El resultado finalmente es una percepción de que sólo suceden cosas negativas en el mundo.

El resultado finalmente es una percepción de que sólo suceden cosas negativas en el mundo.

¿De dónde nos viene ser negativos en vez de positivos?

Todos los animales y seres vivos han ido evolucionando a lo largo de generaciones y generaciones: siglos, milenios,…en que aparecían a veces aleatoriamente rasgos físicos, psíquicos y de conducta más adaptativos, es decir, que permitían alguna ventaja para la supervivencia, lo cual  de forma natural les permitía acceder a mayores recursos y mantener un curso de vida más largo. Así pues, aquellos ejemplares de especies que desarrollaban rasgos más adaptativos se mantenían y los transmitían a la siguiente generación a través de la dotación genética.

Esta comprensión sobre la evolución de las especies permite entender la mente humana y su predilección por los eventos negativos.  Las ciencias de la mente como la psicología y neuropsicología han constatado que nuestro cerebro ha evolucionado para detectar y detenerse más en lo negativo que en lo positivo.

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En la Edad Antigua la capacidad para huir de los depredadores, ponerse a salvo y protegerse a uno mismo y la familia era muy necesaria para la supervivencia. Actualmente, el ser humano ha controlado el entorno y ya no precisa escapar de los depredadores pues ha dominado al resto de especies. Aun así nuestro cerebro está “acostumbrado” a anticipar peligros, huir, ponerse a salvo y escapar. He ahí el problema nuestro con la ansiedad. Ya no utilizamos la capacidad para salvarnos de peligros reales regresando después a un estado mental naturalmente sereno y tranquilo, sino que nos “trastornamos” permaneciendo activados mucho más tiempo después del incidente peligroso o inclusive sin que se haya presentado ningún peligro, únicamente usando nuestra imaginación para crearlo.

Nuestro cerebro está “acostumbrado” a anticipar peligros, huir, ponerse a salvo y escapar.

El resto de animales se limitan a huir del depredador u otro peligro regresando de forma natural a pastar, o cualquier otra actividad. Se permiten vivir en paz. No continúan alimentando la ansiedad más allá de la presentación del peligro. Saben que no deben ni pueden controlar absolutamente todo. Están en paz con la vida, adaptándose a ella.

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¿Podemos cambiar y ser más positivos, aumentando nuestra calidad de vida?

Siendo conocedores de esta constitución cerebral nuestra y del uso exacerbado que hacemos de esta capacidad de anticipar peligros para la supervivencia, debemos iniciar una serie de medidas para permitir que nuestra mente se “desensibilice” de tanto peligro -a menudo imaginario-.

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Un elevado porcentaje del peligro que anticipamos o tememos ni siquiera es real, en el sentido de que no lo hemos experimentado, sólo lo hemos leído, visto, nos lo han contado o nos lo hemos imaginado. Por ejemplo, nunca te han robado, pero estás siempre temiendo que pase, activando tu sistema de alarma constantemente, -lo cual el cerebro interpreta como si ya estuviera sucediendo-, en lugar de vivir tu vida tranquilamente, sin intentar controlar al milímetro todos y cada uno de los eventos que suceden en tu vida por miedo a los sucesos “negativos” o inesperados. Lo cual se sustenta en una idea irracional de que no podemos tolerar las cosas menos favorables, los reveses, los cambios, etc.

¿Cómo nos desensibilizamos de tanto peligro ficticio y fingido?

DUALIDAD PERMANENTE:

Es recomendable –sabiendo que por naturaleza nuestro cerebro tiende a ver lo negativo- entrenarnos en coger perspectiva, no sólo observar un único lado, darse cuenta que allí donde sucede algo negativo también algo positivo hay.

Por ejemplo, quizás estamos pasando una situación de peligro, conviviendo con la enfermedad de un ser querido. La parte más “peligrosa” o “negativa” es la pérdida de la salud, la intensidad emocional, etc. Pero también esa abrumadora situación quizás nos está permitiendo madurar emocionalmente, desarrollando habilidades de empatía, o de resolución de problemas. Quizás nos está facilitando impulsar un proyecto que hasta entonces se había estancado.

En definitiva, siempre que aparece una situación dolorosa debemos reencuadrar, reenfocar, y darnos cuenta también del OTRO LADO de la situación.

RODEARSE DE POSITIVIDAD REALISTA:

No es cuestión de crearse un entorno artificioso donde no tengan cabida las telediarios, pero sí que debemos ser conscientes que ver el lado positivo nos cuesta mucho (ya hemos visto que existen razones neurológicas para ello). Si queremos compensar nuestra exacerbada tendencia a percibir peligros y crear una visión negativa del mundo, de los demás y nosotros mismos (muy potenciada por los medios de comunicación)- debemos ser muy trabajadores. Trabajadores incansables para cultivar la positividad realista.

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La positividad realista es aquella que no pretende cegarse ante los aspectos más crudos o dolorosos de la vida, pero se abre a la percepción –también realista- de los aspectos de generosidad, bondad y amabilidad que contiene también la existencia, la vida y los seres vivos.

¿Cómo sensibilizarnos con la positividad realista?

  • Aprendiendo a flexibilizar el pensamiento: “esto que estoy pensando se puede ver de otra manera”, y cuestionar la imposición dictatorial de los pensamientos negativos: “¿no estoy anticipando una catástrofe sin prueba alguna?”, entre otras millares de formas.
  • La meditación es el método más eficaz que ofrece resultados espectaculares en cuanto al desarrollo de una mente serena, ecuánime y perfectamente adaptativa, capacitada para la supervivencia.

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  • Relajación: corporal –yoga, ejercicio, cuidados corporales…-, psicofísica…
  • Ambiente saludables: rodearse de personas que transmiten valores, cualidades humanas como la solidaridad, la empatía, el sentido del humor, el altruismo, el esfuerzo gozoso… y que son cuidadosas y sensibles con nosotr@s

Espero y deseo que este post sirva para motivarnos a trabajar con tenacidad en abrirnos a la percepción realista de la realidad (aquella que contiene aspectos negativos sí, pero también muy positivos y conmovedores).

Si estás transitando por un periodo de ansiedad, depresión o estrés o deseas aprender a cultivar una actitud más optimista puedes solicitar una cita terapéutica con una psicóloga experta en estas dificultades rellenando el formulario de contacto.

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