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Las parasomnias se definen como fenómenos episódicos que alteran el sueño nocturno. Estos trastornos consisten en episodios de activación del sistema nervioso central. La presencia de parasomnias es más elevada en edad pediátrica, lo cual sugiere que los factores de maduración y crecimiento tiene un gran peso y valor explicativo sobre las causas de estos trastornos.

Las parasomnias se clasifican en 4 grupos según la etapa del sueño en la que aparecen: transición vigilia-sueño, sueño NO REM, sueño REM y despertar. Ver artículo sobre sueño REM.

Trastornos de la transición vigilia-sueño

Se producen en el adormecimiento y/o despertar. Se consideran anormales por su frecuencia e intensidad. Son los siguientes:

Movimientos rítmicos del sueño: estereotipias –movimientos repetitivos- de la cabeza o de todo el cuerpo (balanceo). Se inician antes del año de vida (6-10 meses) y pueden persistir en la etapa adulta (como un hábito adquirido).  Su etiología o causa es desconocida, aunque se han descrito casos en gemelos y se ha encontrado antecedentes familiares en un 20% de los casos. El tratamiento se orienta a prevenir lesiones (casco protector, etc).

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Se consideran trastornos del sueño debido a su frecuencia e intensidad.

Sobresaltos hípnicos: consisten en movimientos de sacudida en las extremidades que pueden despertar a la persona. Son muy frecuentes, afectando al 60-70% de la población.

Calambres nocturnos: contracciones dolorosas en pantorrillas y pies. Se relacionan con el ejercicio físico intenso y también son comunes a mujeres durante el embarazo.

Trastornos del despertar:

Las parasomnias clásicas en esta etapa son el sonambulismo y los terrores nocturnos. Estos trastornos no suelen representar un problema grave, son de curso benigno.  Revelan una dificultad para despertar del sueño profundo.

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Terrores nocturnos: comienza en la infancia y en el 96% de los casos se encuentran antecedentes familiares, lo cual demuestra la importancia de los factores genéticos.  La manifestación del trastorno se relaciona con factores ambientales y especialmente con la ansiedad.

El niño/a afectado puede dormir tranquilamente y de repente se agita, se incorpora, grita presa del terror, no puede expresar lo que le pasa. A nivel fisiológico el episodio le produce taquicardia, taquipnea, sudoración y midriasis. A la mañana siguiente, la persona tiene amnesia del episodio.

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Sonambulismo:  consiste en una deambulación nocturna e inconsciente que puede conllevar riesgo de accidentes. Es el trastorno del sueño más frecuente en la infancia, entre el 15 i el 40% en edades entre los 3 y los 15 años. En adultos no es tan frecuente siendo la prevalencia del 2,5% en la población.

Se ha encontrado cierta evidencia genética sobre el origen de este trastorno, hallándose un gen responsable de las parasomnias de trastornos del movimiento, la narcolepsia, etc. Sería un factor genético de predisposición o susceptibilidad al trastorno.

Parasomnias fase REM

Pesadillas: se distinguen de los terrores nocturnos por su aparición exclusiva en la fase REM. Se manifiestan a cualquier edad. En los niños entre 3 y 6 años, las pesadillas son frecuentes. El consumo o abstinencia de ciertos fármacos puede provocarlas.

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Parálisis del sueño:  se manifiesta en la narcolepsia, pero también puede aparecer de forma aislada en individuos sanos (alrededor del  50% de la población lo ha experimentado una vez al menos). Las formas crónicas se presentan en un 3-6% de la población.

Se ha observado en adolescentes en situaciones de fatiga o privación de sueño.

Se produce cuando la atonía muscular propia del sueño REM persiste durante unos minutos habiendo despertado ya del sueño.

Otras parasomnias

Se pueden producir en cualquier fase del sueño.

Enuresis: micción involuntaria durante el sueño a partir de los 4 años de edad. Se presenta en un 15% de los niños entre 5-6 años. La herencia genética es un factor de predisposición. Cuando ambos padres tuvieron este problema, se manifiesta en un 77% de los casos en su descendencia.  Si sólo un progenitor tuvo este problema en su infancia, se manifiesta en un 44% en los hijos. Y si ninguno de los dos padres tuvo este problema, entonces se presenta en un 15% en la población.

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Se ha hallado un gen determinante de la enuresis en el brazo corto del cromosoma 13.

La enuresis primaria se origina por diversos factores: herencia genética, inmadurez vesical, factores psicológicos, etc.

La enuresis secundaria, que tiene lugar después de un periodo de control vesical igual o superior a 6 meses, se debe a factores emocionales.

Somniloquia: consiste en hablar durante el sueño y se produce a cualquier edad.

Bruxismo: es más común en la infancia y es debido a una deficiente oclusión dentaria y también a factores psicológicos. Un 85% de la población rechina los dientes al menos en alguna ocasión en su vida. Si es muy intenso conlleva lesiones en la dentadura.

TRATAMIENTO

Primero de todo, hacer constar que estos trastornos son de curso benigno y tienden a desparecer con la edad. En la enuresis sí que se insta a los padres a mostrar actitudes intransigentes, se debe ayudar al niño/a a controlar la micción, una vez ya se haya descartado una patología orgánica del problema.

No se remite a un tratamiento farmacológico salvo que suponga un riesgo grave de lesiones para el niño/a o el entorno. Suelen recetarse benzodiacepinas, antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la recaptación de serotonina.

La psicoterapia y las técnicas de relajación se suelen emplear también.

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